¿Cómo se conjuga la vida de una persona que desaparece? ¿En pasado? ¿Presente? ¿Futuro? Peli Mercado tenía 13 cuando la vieron por última vez, y no sabemos si siguió cumpliendo años. Una causa judicial abierta con muchos interrogantes y pruebas truncas, un abuelo que murió esperando la justicia terrenal, o la divina, y 14 años de una certeza: falta Peli. Hoy se cumple un nuevo aniversario de aquel martes del 2005 que alguien se la llevó. Peli no se fue.

Había regresado de la escuela Humberto Pereyra donde cursaba el noveno año, la tarde del martes 26 de abril de 2005. Se cambió la ropa y avisó a su padre que se iba a la casa de Margarita, la comadre de su mamá, a cinco casas de la suya en el barrio El Sembrador. Nunca llegó a la casa de Margarita. Nunca más volvió a su casa.

14 años se cumplen hoy de la ausencia permanente de Ramona Nicolasa “Peli” Mercado, la joven que se transformó en el caso emblemático de trata de personas de la provincia de La Rioja. La marcha habitual alrededor de la plaza para pedir justicia, volverá a poner en la agenda mediática un caso que los movimientos feministas ayudaron a visibilizar con fuerza, frente a la indiferencia permanente del Estado.

Peli vivió toda la niñez en Patquía hasta un año antes de su desaparición en la capital riojana, donde llegó para vivir con su familia. Era la más grande de tres hermanos, Ana Paula y Nicolás, que en aquel entonces tenían 8 y 11 respectivamente. Su madre Bety Yacante y su papá Rubén Mercado habían adoptado a sus tres hijos porque no podían tenerlos de manera natural.

Peli siempre tuvo una relación muy estrecha con sus primas, abuelos y tías, con quienes compartió la infancia entre ocio, vacaciones, escuela primaria y juegos.

“Nunca marcamos una diferencia con ella por ser adoptada, el trato con todas las nietas siempre fue exactamente igual”, dice Maria Imelda, su abuela materna. La aclaración obligada es para desmentir una de las tantas versiones: escapó al enterarse que era adoptada.

Las mujeres Yacante también desmienten los malos tratos familiares que muchas veces se relacionaron en torno a la desaparición de Peli. “Hasta llegaron a decir que había muerto por un aborto provocado”, dice con dolor Viviana Yacante, la tía. “Nosotros siempre pedimos a la policía y la justicia que se investiguen todas las versiones que se escuchaban, porque lo único que nos importaba era llegar a la verdad de lo que le pasó a Peli”, sentencia.

Su prima Sara está convencida que Peli no pudo irse por voluntad propia. “Ella volvía sola de la escuela, si hubiera querido irse lo hacía a la salida de la escuela, no volvía esa tarde a su casa, además tenía su platita porque vendía cartillas. No, nunca se hubiera ido”, relata.

LA JUSTICIA QUE NUNCA FUE

La investigación judicial por la desaparición de Peli tiene un largo derrotero pedregoso, plagado de nudos ciegos que durante estos 14 años impidieron que haya caminos certeros para dar con la joven, por acción u omisión. En la actualidad la compleja causa de nueve cuerpos caratulada como “N.N S/INFRACCIÓN LEY 26.364”, está abierta y en manos de la fiscal Federal Virginia Miguel Carmona.

La primera falla del Estado estuvo probablemente en esa horas posteriores, cuando en la Policía le informaron a su familia que debía esperar 48 horas para denunciar. Desde ese mismo momento fueron sus tías, abuelos y primas quienes que se pusieron al frente del reclamo para buscar y encontrar a Peli.

Hay pistas firmes –entre ellas el reconocimiento de un testigo que declaró haberla visto en un prostíbulo de Córdoba– que indican que Peli podría haber sido secuestrada por una red de trata con fines de explotación sexual.

En los días que siguieron a la desaparición, claves en el delito de trata por ser las horas posteriores al hecho, la instrucción de la causa estuvo en el fuero provincial. En 2005 el Juzgado de Menores inició una investigación por paradero, y luego de un mes se remitió al Juzgado de Instrucción N° 3 por “desaparición”, en ese entonces a cargo del juez Alejandro Arce. Allí estuvo hasta el 2012, cuando se sancionó la ley nacional de Prevención y Sanción de la Trata de Personas, que establece que este tipo de delitos son de carácter nacional y es el Estado argentino quien debe dispensar la justicia.

Los familiares aseguran que hasta el 2012, cuando la causa estuvo en el fuero provincial, los avances fueron casi nulos.

La de Peli es una familia de pocos recursos económicos, o sin los suficientes para tener un seguimiento activo en los años que lleva la causa. “Muchas veces fuimos nosotros los que tuvimos que poner los fondos para los operativos, o para seguir alguna pista que surgía de la investigación”, recuerdan Sara y Viviana.

Todavía recuerdan la ocasión en que la Policía les pidió un viatico de 700 pesos para viajar a La Pampa detrás de una pista. Fue Juan Carlos Yacante, el abuelo y emblema de la lucha, quien puso esa plata ilusionado por concretar el operativo. “Después le dijeron que vaya a Casa de Gobierno y que presente una fotocopia de documento, que le devolverían esa plata en dos cuotas figurando como una ayuda para discapacitados”, cuenta Sara con indignación.

Desde que se federalizó la causa, muchos años estuvo en manos del entonces fiscal federal Darío Illanes, de quien la familia no tiene los mejores recuerdos, como tampoco del juez federal Daniel Herrera Piedrabuena. “La única vez que vimos al juez fue cuando vinieron legisladores nacionales para entrevistarse con ellos, y ahí nos recibieron a nosotros también”, recuerdan.

Actualmente la familia asegura no tener contacto con los abogados querellantes de la causa: uno es representante de la Fundación Marita Verón (la que encabeza Susana Trimarco, madre de la joven secuestrada y desaparecida en Tucumán), y el otro es Gustavo San Marcos, de La Rioja. “En la Fiscalía nos dijeron que hace dos años más o menos ellos dejaron de pedir información de la causa, y por lo tanto nosotros no podemos saber si hay novedades”, aseguran.

Hoy intentan juntar dinero para pagar a un joven abogado cercano a la familia, interesado en constituirse como querellante y seguir de cerca los avances judiciales. “Necesitamos que sea alguien mas humano, que entienda el dolor y nos acompañe”, sostienen.

También participan de la conformación de una asociación civil de las llamadas «Madre del dolor».

SIN AUDIENCIA OFICIAL

Las presuntas irregularidades en la administración de justicia, no son las únicas manchas negras que tiene el Estado riojano en este caso. Desde el 2005 hasta el 2019 el gobierno provincial jamás tuvo una audiencia con la familia, para interiorizarse de la causa con más resonancia provincial por este delito.

Angel Maza, Luis Beder Herrera en dos periodos, y Sergio Casas a meses de terminar su mandato, son los tres gobernadores que durante estos 14 años se mostraron indiferentes en el contacto con los familiares de Peli. Nunca le garantizaron asesoramiento o respaldo jurídico. Lo curioso fue el interés que sí mostraron algunos de estos gobernantes para con la causa de Marita Verón, de quien se presume que estuvo en prostíbulos riojanos. Fue la misma Trimarco, madre de la joven tucumana, quien calificó a Beder Herrera como un “amigo”, y en más de una oportunidad le agradeció el apoyo político.

En el 2006, cuando la causa todavía se instruía en el fuero provincial, el actual intendente de la Capital Alberto Paredes Urquiza era ministro de Gobierno y Derechos Humanos. Sus declaraciones reconociendo que era muy probable que estemos frente a un caso de trata, sorprendieron por la pasividad que sin embargo mostraron siempre desde el gobierno local. La Rioja, que dentro del mapa de la trata de personas en Argentina está identificada como una provincia de captación y de explotación de víctimas, jamás pareció convulsionada en la búsqueda de una joven desaparecida como presunta víctima de ese delito.

En un hecho insólito, hasta el 2014 La Rioja tuvo vigente una ley provincial que legalizaba la explotación sexual ajena regulando la actividad de prostíbulos bajo el rótulo de “whiskerías, cabarets, golden”: la 8.166, sancionada en 2007 durante la gobernación de Beder Herrera. Durante dos años la provincia donde desapareció Peli increíblemente fue a contramano de la legislación nacional e internacional, amparando los prostíbulos que son caldo de cultivo para perpetrar el delito de la trata de personas penado por la legislación argentina.

La federalización de la trata se debe justamente a que la esclavitud sexual es considerada un delito complejo, y que no puede concretarse sin la convivencia con fuerzas provinciales, como pueden ser algún Ejecutivo regional o la policía de la zona.

“El único que nos ayudó en su momento fue Julio Martínez e Inés Brizuela y Doria”, reconocen las Yacante. Aseguran que fueron los actuales senadores quienes en el 2012 pusieron al abuelo de Peli en contacto con Marcelo Colombo, titular de la entonces UFASE (hoy PROTEX, Procuraduría de Trata y Explotación de Personas), y éste se comprometió en ayudar en la investigación.

Desde ese entonces y hasta la actualidad la PROTEX colabora con la Fiscalía Federal de La Rioja, guiándolos en algunas medidas que se llevan a cabo.

LA PISTA DE TRATA

Maria Mercedes Yacante, tía de Peli, fue una de personas claves en la búsqueda de su sobrina, incluso fue la primera en viajar a Buenos Aires y dar con la pista de un prostíbulo de Córdoba, donde habría sido identificada la joven.

Desde el 2017 con la jubilación de Darío Edgar Illanes, la fiscal federal Virginia Miguel Carmona se hizo cargo de la polémica causa de trata que tiene La Rioja, donde se plantean muchas líneas de investigación y hay pruebas importantísimas que se perdieron, entre ellas electrónicas e informáticas. Fuentes judiciales aseguran que en torno a la causa no solo hubo desidia, sino inacción ante pruebas que podrían haber sido claves en su momento. “Hubo muchas diligencias que debían llevarse adelante, y no se llevaron”, sostienen.

Entre el 2013 y 2014 dejaron de surgir nuevos elementos o datos en la causa. Sin embargo la Fiscalía asegura que siguen trabajando y no descartan tomar nuevas declaraciones en el corto plazo. En el 2018 el Departamento de Criminalística de la Policía Federal elaboró una proyección de edad para visualizar cómo se vería esa joven que, en un mes cumplirá 28 años pero cuando se la llevaron era una preadolescente de 13. Si bien esa imagen fue difundida entre los medios locales, la Fiscalía intensificaría la difusión con otras áreas del Estado nacional que trabajan en programas de búsqueda de personas extraviadas.

PELI NO SE FUE

Por las características y circunstancias, “Peli” Mercado podría ser considerada la Marita Verón de La Rioja. La única diferencia es que quizás su familia nunca tuvo los suficientes recursos para instalar el tema en las agendas mediáticas y políticas.

Sus primas, abuela y tía guardan celosamente una carpeta anillada con folios que contienen recuerdos en fotos. Las vacaciones, los actos escolares, los juegos con sus primas Sara y Gringa. Su niñez, los disfraces, el río, los cumpleaños.

En torno a una mesa todas las mujeres recuerdan algo de Peli, cuentan anécdotas atropelladas para evocarla. Para no olvidarla ni un instante.

Guardan intacto su cuaderno espiral de noveno. En la última hoja que fue escrita, figura la fecha de su desaparición ese martes negro: “26-04-05”. Este día con muchas lapiceras de colores y cuidada prolijidad anotó “la ciudadanía y sus normas/ Protegen los derechos de las personas”. ¿Una paradoja?

A los 13 años Peli medía 1,60 aproximadamente, tenía contextura robusta, tez trigueña, ojos color marrón claro, cabello castaño, lacio, hasta los hombros. ¿Se habrá teñido el cabello? ¿Lo tendrá largo o corto? ¿Que cosas le gustarán? ¿Cómo pensará el mundo? ¿Será más alta? ¿Más delgada? ¿Más gorda? ¿Cómo será fisicamente? ¿Será?

Las mujeres no aparecen muertas. Las matan. Las mujeres no desaparecen. Son captada, privadas de la libertad, explotadas. Las matan en vida.

Viviana Yacante está convencida que la muerte de su padre el 30 de enero último, está estrechamente relacionada con la impotencia y frustración de no volver a ver a su nieta. Con sus 76 años recién cumplidos y las secuelas de un ACV que lo limitaban para caminar, Juan Carlos no pudo soportar esa limitación para seguir acompañando cada marcha y la búsqueda. “El nunca negoció con la vida de su nieta. Yo creo que esto lo fue matando de a poco”, dice Viviana.

Descreída del Estado, los abogados y la justicia, la familia ya no espera casi nada. Sí que vuelva Peli.

Hoy hace 5.110 días que falta Peli. Nos falta en su casa, en la mesa de fin de año. En los cumpleaños. En nuestra sociedad. Decir que Peli no se fue, es una forma de entender que los cuerpos de las mujeres son considerados mercancias por las cuales los hombres pagan para ejercer su poder. Decir que Peli no se fue es una manera de mantener siempre prendida la esperanza de que en algún lugar está. Que la vamos a encontrar.

Juan Carlos en la ultima marcha a la que asistió para pedir justicia – 2018 (Foto de Emilia Carrión)