El primer femicidio del año sucedió en Aimogasta y la víctima es Verónica Brizuela de 39 años. Todo indica que el femicida es su ex pareja Ariel Maza, quien horas más tarde se suicidó. La mujer lo había denunciado por lesiones y un día antes fue excluido de la misma casa donde la apuñaló.
Verónica había denunciado a Maza unos días antes que se desate el trágico y posible final. Con orden judicial en mano, el sábado último la Policía lo notificó de la medida de exclusión del hogar y lo llevó hasta un domicilio familiar. Al día siguiente Maza volvió en moto, acompañado supuestamente de su hermana, para buscar cosas que no se llevó el día anterior. Él ingresó y la apuñaló tres veces.
La mujer que lo llevó hasta el lugar quedó demorada para establecer su participación, del algún modo, en el hecho. Porqué lo llevó hasta el lugar sabiendo que tenía una orden de restricción para acercarse a su ex pareja y exclusión del hogar, qué pasó cuando salió de esa casa después de asesinarla. Preguntas que seguramente intentará contestar la investigación judicial.
PRIMER FEMICIDIO
Según el parte policial, una vecina del barrio Universitario llamó el domingo al 107 para denunciar que Verónica estaba tirada en el interior de su casa. Pruebas en el lugar y algunos relatos desde el primer momento pusieron el ojo en su ex pareja, quien se había fugado. Cuando la Policía empezó a buscarlo encontró a Maza ya sin vida en un descampado.
Verónica sería oriunda de El Salado (Catamarca) pero hacía tiempo vivía en Aimogasta, tenía tres hijos, era empleada municipal y militante del sector político de la vicegobernadora Florencia López. Los primeros relatos indican que su entorno no estaba al tanto de la violencia que sufría por parte de Maza hasta días previos al femicidio. Su hermano la había acompañado a la Policía para hacer esa primera denuncia que tenía como prueba, visibles golpes físicos.
El de Verónica Brizuela es el primer femicidio confirmado que ocurre en La Rioja durante el 2020. Hasta ahora era una de las dos provincias sin muertes de mujeres, junto con Tierra del Fuego. Si embargo la Justicia investigaba algunas tentativas de femicidios y habían aumentado las intervenciones del Gobierno en casos graves.
QUÉ PASA EN AIMOGASTA
Quizá no sea casual que Aimogasta resuene otra vez como un lugar para mirar con lupa. La muerte de la joven Melanie López en ese departamento, caratulada como “instigación al suicidio”, ya marcaba desde mayo una pausa en ese «número cero» de femicidios riojanos. Melanie también había denunciado por violencia a su ex pareja Gonzalo Quinteros, de quien se estaba separando. Días después apareció muerta y su madre y abogado siempre insistieron con que no se había suicidado. Finalmente el juez procesó a Quintero por instigación y la causa se sigue investigando.
Con el femicidio de Verónica otra vez aparece Aimogasta como escenario previsible para hechos de extrema violencia contra las mujeres. Este primer femicidio del 2020 también prende las alarmas sobre la perspectiva de género que tiene, o no, la Justicia de aquella circunscripción judicial. Quienes trabajan en la asistencia y prevención ponen la mirada sobre el acceso a la justicia, cuál es la celeridad al dictar las medidas de protección o ejecutar detenciones cuando aparece la escalada de violencia. Cómo se toman o desestiman las denuncias de las mujeres que recurren a las instituciones para prevenir un final trágico.
Las luces rojas en torno al accionar judicial de Aimogasta se dan en medio de aguas calmas por la reciente creación del Juzgado de Violencia de Género y Protección de Menores en Chilecito. La puesta en funcionamiento de ese fuero lleva sin embargo mucho tiempo de reclamo por parte de los movimientos y los propixs operadorxs de justicia del oeste. Lo mismo ocurre en varias cabeceras de los departamentos más grandes, que vienen reclamando la creación de juzgados especiales que juzguen y prevengan la violencia de género, como sí existen en la Capital.
Al igual que el 2018, La Rioja vuelve a repetir un diciembre negro para la estadística de violencia por razones de género. Ese año terminaba con el femicidio de Karina Vayon en la Capital, asesinada en su propia casa por Serrano, también ex pareja y padre de su hija.
Otra vez en el femicidio de Verónica, como en el de Vayón, se reúnen tres de las principales variables que sistematizan los registros de muertes por razones de género: fue asesinada por su ex pareja, en su propia casa y existían medidas judiciales y denuncias previas. Las preguntas que genera esta muerte: las medidas de exclusión del hogar fueron suficientes o tendrían que haberlo detenido. ¿En qué momento falló el Estado a partir de que ella decide salir de ese circulo que, paradojicamente, terminó matándola?